domingo, 1 de noviembre de 2009

LA BATALLA



(A mi hija Paulina)

Eres mi pequeño espejo de agua
en el cual se refleja mi alma.
Tu llamado es el escudo
que multiplica mi fuerza
y escuchar tu voz
me trae de vuelta
al incierto paraíso.

Camino en senda dormida
con andar vacilante.
La lluvia golpea incesante
atravesando mi caparazón
de coleóptero insomne.
No tengo más armas
para desbrozar la selva,
mis herramientas se desgastan
y vislumbro que no hay recambio.
La luz que a lo lejos
va llevando a los que ya partieron
atraviesa mis sienes
y siento la presencia
de mi amiga - enemiga
que murmura sus conjuros
en un idioma que no descifro.

¡Detén tu hoz!
¡Todavía tengo en las manos
las flores cosechadas
y en mi baúl caben aún miles de sueños
por los que mi despertar es necesario!

Pero a veces,
Casi sin sentirlo
su frío aliento
sopla sobre mi cuello
murmurando su admonición
que nubla mi triunfo.

Entonces, escucho tu llamado
y se abre tu mundo espejo
que trae el reflejo de mi alma
y tu vida le da luz a mi vida
y la hoz se aleja…

Mi amiga – enemiga
sonríe con blancos dientes
y entiende que perdió
por el momento
esta batalla.