viernes, 24 de abril de 2009

- DEDALES DE ORO -




Cuento

Todos los días tenía que cruzar la vía del ferrocarril, pero desde algún tiempo lo hacía con la Angélica. Corríamos para no llegar atrasados al colegio y se le desordenaba la chasquilla y siempre me ganaba.Después de clases, regresaba solo. Pero esa vez fue distinto. Me topé con ella justo a la salida y en vez de tomar el camino de siempre, nos fuimos por la orilla de la vía férrea. Estaba llena de dedales de oro y el día estaba hermoso y jugábamos a equilibrarnos en el riel y nos reíamos de cualquier cosa. Quise cortar un dedal y ella me lo impidió, que eran muy bonitos para arrancarlos y yo seguía jugando al samurai con la regla y ella me dijo que si le hacía caso, me hacía un regalo.-Cierra los ojos. Los cierro, y siento sus labios rozando los míos. Abrí los ojos y se puso roja de verguenza.Nos fuimos en silencio hacia nuestras casas. Nos despedimos. Entré a la mía y me senté en el sillón.En ese momento, comprendí que ya era un hombre.

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